Me defino como un profesional de las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) con más de 25 años de experiencia en el sector, fundamentalmente en el área de desarrollo de software para la industria bancaria y en el área de eCommerce.
También soy padre, esposo, hijo, amigo, vecino, ciudadano … y ahora también bloguero.
Y en el tiempo libre que todo esto me deja, lo que mas me gusta es disfrutar del aire libre y la naturaleza a través de mi principal hobby que es la pesca a mosca.

El comienzo de una ilusión

Cuando en 1983 vi la primera revista de informática en un quiosco, recuerdo que tuve que juntarme con otros tres amigos para poder juntar la inabordable cantidad de 200 calas que costaba el ejemplar.
El esfuerzo económico mereció ampliamente la pena, y eso que solo podía disfrutar de mi tesoro una semana al mes.
En aquellas gastadas páginas encontré el bicho que dulcemente me picó e inundó mi torrente sanguíneo con una nueva pasión.
Ninguno de mis amigos tenía ordenador y el por aquellos entonces popular ZX Spectrum estaba totalmente fuera de nuestro alcance. Durante un tiempo tuve que conformarme con usar los ordenadores de exhibición de los grandes almacenes, cosa que no gustaba a los empleados del departamento, que nos cortaban la corriente con frecuencia para hacernos perder nuestros programas. Pero no hay obstáculo insalvable cuando el empeño es firme.


La primera vez que tuve un ordenador para mi solo (como no, un ZX Spectrum) ya había aprendido suficiente BASIC como para escribir mi primer programa profesional. Su función era repartir los gastos de la comunidad entre los diferentes vecinos del bloque. Un trabajo tedioso de cálculo manual que a mi padre le tocaba hacer ese año en su turno rotatorio como tesorero.
De vocación a profesión
Aquel primer programa convenció a mi padre de que «el muchacho apunta maneras» y mi recompensa consistió en un completo curso de informática a distancia, que cursaba desde mi Valladolid natal con desplazamientos a Madrid los sábados para realizar las prácticas.
En paralelo cursaba mis estudios de bachillerato y colaboraba con el laboratorio de informática de mi instituto, lo que me daba acceso a una sala con mas de 15 ordenadores. ¡¡Todo un sueño hecho realidad!!

Mi primer ordenador fue un Amstrad CPC1512, un maquinón con arquitectura de 8 bits muy novedoso en su época, que incluía una interfaz gráfica al estilo del Macintosh. E incluso un disco duro de 20MB que iba montado sobre una ranura de expansión.
Como es de imaginar cuando terminé el bachillerato me matriculé en la Universidad para cursar estudios de informática. Por aquellos entonces en Valladolid solo se impartía la carrera técnica, aunque el año antes de que terminase ésta, comenzaron a impartirse también estudios superiores. Al final conseguí mi titulación de Ingeniero en Informática, formando parte de unas de las primeras promociones en España con titulación universitaria superior.

En paralelo a mis estudios de informática, obtuve una beca de colaboración con en el Departamento de Ingeniería de Sistemas y Automática de la Escuela Superior de Ingenieros Industriales de la Universidad de Valladolid.
El instituto NEUROTECNO era uno de los grupos pioneros en la investigación en inteligencia artificial y en la aplicación práctica de las redes neuronales y la visión por computador. No obstante mi labor se refería mas a la administración de sistemas y a la integración de los modelos de aprendizaje en aplicaciones prácticas que interactuasen, por ejemplo, con autómatas programables a cargo de instalaciones industriales.
Durante aquella época tuve la oportunidad de trabajar con equipos tan exóticos como un CYBER 930 de Control Data o las primeras estaciones de trabajo Unix de Silicon Graphics. Mi religión era el lenguaje C y la biblia era Unix. Eran los 90 y para mandar un correo electrónico con un archivo adjunto tenías que usar herramientas tan maravillosas como el uuencode
. La web estaba en pañales y la documentación en papel. El armario de manuales de nuestro CYBER 930 era del mismo tamaño que su Unidad Central.
Mi etapa como consultor
Finalizados mis estudios, mi primera oportunidad laboral en el mundo empresarial surgió a través de una importante empresa consultora. Trasladé mi residencia a Madrid y durante los siguientes 18 años dediqué mi tiempo y mi esfuerzo al mundo de la consultoría tecnológica.
A lo largo de todos estos largos años he ido variando de puesto y responsabilidades. Desde el punto de vista técnico he cubierto posiciones tanto de técnica de sistemas (zOS/CICS/…), administración de bases de datos (DB2), programación de sistemas (REXX/TSO/ISPF/JCL/…), desarrollo de aplicaciones (COBOL/C/C++/Java/.Net/…) y arquitectura técnica de aplicaciones bancarias.
En roles no técnicos he liderado equipos y proyectos, controlado cuentas de clientes, desarrollado iniciativas como la industrialización, formado en áreas técnicas y metodológicas a otros profesionales y liderado proyectos internacionales.
Con respecto a áreas de negocio, casi toda mi carrera en consultoría tuvo lugar dentro de la industria bancaria, aunque los dos últimos años estuve focalizado en proyectos de comercio electrónico dentro de la industria de retail.
La vida como consultor es exigente, pero te da la oportunidad de conocer muchos sitios y gentes; y a desempeñar una gran variedad de roles de todo tipo que te curten y te enriquecen como profesional y como persona.
A momentary lapse of reason
Y llegó un día que decidí dejar la empresa en la que había trabajado por casi dos décadas y comenzar un proyecto de emprendimiento empresarial por mi cuenta. Llámame loco. Si, sin reparos. Todos los emprendedores lo estamos. Dejas la seguridad de tu acomodada vida por una incertidumbre constante. Pero también debo reconocer que no hay nada como construir tu propio camino.
Y en esas me hallo actualmente, …
La pesca a mosca
Mi afición por la pesca se forjó siendo un niño en las claras aguas de un río zamorano. Muy a pesar de mis ancestros masculinos –que hubiesen preferido que les imitase en su gusto por la caza– algo vi en las bravas aguas del Tera que me llamaba poderosamente la atención. Y si mal no recuerdo, lo que vi tenía unas pequeñas pintas rojas y era terriblemente escurridizo.
No obstante el gusanillo de la pesca se fue durmiendo durante la juventud y no despertó de nuevo hasta que ya casado y con hijos sentí otra vez la llamada del Padre Río. Mucho habían cambiado los ríos en esas décadas. Las poblaciones trucheras estaban en franco retroceso, fundamentalmente debido a la contaminación de las aguas y al descuido del medio ambiente. Y por otro lado la pesca se había convertido en una popular actividad de ocio al aire libre (vamos, que había muchos menos peces pero muchos mas pescadores).
Un grupo de pescadores conservacionistas se preocupaba cada vez mas por la salud de las poblaciones piscícolas y practicaba la pesca sin muerte, que permitía devolver con vida a los ejemplares capturados, consiguiendo que la práctica de la pesca no fuese un problema adicional para las maltrechas especies acuáticas.
Y estos pescadores pescaban con unas cañas muy largas y flexibles que cimbreaban en el aire de una forma muy cadenciosa y estética, para posar con delicadeza un diminuto anzuelo cubierto con pelos y plumas. La técnica se denominaba pesca a mosca y era la mas adecuada para garantizar que los peces capturados eran devueltos al agua con el menor daño posible.
Y así me consagré a esta nueva religión.
Para mi la práctica de la pesca es el complemento ideal de una vida fundamentalmente urbana y rodeada permanentemente de ordenadores y tecnología. En el río se olvida fácilmente la rutina de la ciudad y la comunión con la naturaleza recarga mis baterías para la siguiente semana. La soledad abre además un entorno adecuado para la reflexión y la introspección. Y mis queridas princesas a veces me dan dolores de cabeza pero las mas de las veces me regalan maravillosos momentos en entornos incomparables.